El escritor impaciente

Lamarr Warter, en la ficha policial, de perfil y de frente
Lamarr Warter,
por angus mcdiarmid

En la cárcel, más de uno tenemos la obsesiva manía de pasar desapercibidos. Ya quisiera yo que me permitieran pasarme todo el día dentro de mi celda escribiendo. Ahí fuera hay mucho gilipollas al que le gusta tocarte los cojones si por cualquier motivo destacas. Tampoco conviene llamar la atención de los vigilantes. O eso pensaba yo. Si das mucho por culo te llevan a la celda de castigo. Juro por Dios que soy un tipo tranquilo. Pero mi compañero de celda no dejaba de darme la lata todo el día, para que me duchara. Decía que la celda olía peor que una cloaca, ya me tenía harto, todo el rato con la misma mierda. Reconozco mi falta de higiene, pero es que las duchas no me dan ninguna confianza. No es por alardear, pero estoy bastante bien dotado de ahí abajo, y no quiero problemas con ningún bujarrón. Cuando pedí una celda para mí solo el vigilante de turno me dijo que si pensaba que estaba en un hotel. Así que perdí la paciencia. No me cupo más remedio que prenderle fuego al colchón. El imbécil de mi compañero jugó a hacerse el héroe e intentó apagar el incendio. Terminó con graves quemaduras en el hospital. Una pena que se tuviera que ir, ahora que el humo disimulaba toda la peste. A mí me han mandado a la celda de aislamiento. La verdad es no me está suponiendo ningún castigo. Aquí estoy de puta madre: por fin puedo escribir todo el rato que quiera, sin que nadie me moleste.

Comentarios

  1. "Juro por Dios que soy un tipo tranquilo" y me lo imagino como a Nerón ante el incendio, inspirándose en la llamas de la colchoneta.
    Este personaje te salió contestón y guarrete. ¡Menos mal que en la celda de castigo no tendrá problemas a la hora de ducharse!
    Me ha hecho reír.
    Un abrazo Miguel

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    Respuestas
    1. Gracias Loles. Fue un mero ejercicio de escribir un relato muy corto. La verdad es que me divierte ponerme en el pellejo de personajes tarados y sobre todo incoherentes. Ya metidos a escritores, cuesta tan poco emular a Nerón...

      Un abrazo, Loles.

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