Camina todo lo despacio que puedas

Una adolescente, un hombre maduro, y una anciana
Protagonistas de la película
Una pastelería en Tokio
Basta el murmullo del envoltorio de un caramelito -quejido de ánima mientras la retuerce otra ánima-, para descubrirte en medio de una escena dantesca. En la sala de cine, la última película de Naomi Kawase me acariciaba con susurros de brisa, silencios y rayos tibios de sol. Entonces irrumpió ese alma en pena, demonio transmutado en envoltorio de caramelo.

En Una pastelería en Tokio, ayer contemplé el transcurso de toda una vida condensada en algo menos de dos horas: la vida de ella que recién comienza el camino, indómita, risueña y fuerte, plena de esperanzas. La vida de él, quien ya ha sido zarandeado, doblegado por los acontecimientos, y que en medio de la travesía camina escéptico, arrastrando sin más los zapatos. La vida de ella, quien empezó su viaje hace mucho tiempo, tanto que ahora le queda poco por recorrer, pero a cambio recibe toda la sabiduría de la experiencia, del saber hacer. Que no es otra que la del caminar despacio y lento pero a un ritmo propio, deleitándose con el paisaje igual que la rama de un árbol cuando se abandona al arrullo del sol y los vientos...

La distancia es tan breve... Cuando Naomi Kawase cayó en la cuenta de ello se echó a llorar y no hubo forma de consolarla. Quizá esta vez nos quiso decir que la mejor opción es la de caminar todo lo despacio que nos sea posible...

Comentarios

  1. Anónimo4:08 p. m.

    Me gusta cuando escribes,
    Porque engrandeces mi mundo...
    [2iguales]

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    Respuestas
    1. Y a mí cuando te gusta lo que escribo, pues alimenta mi ánimo de seguir haciéndolo...

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