Nuestras ciudades repobladas con chabolas

Cuando a finales de los 50, nuestros abuelos llegaron a Madrid, Bilbao o Barcelona, se construyeron una chabola. Huían de la miseria y hambre del campo. Al poco nuestros padres se enamoraron y se quisieron casar, y no tuvieron otro remedio que construirse también su propia chabola. Todo el vecindario colaboró en el empeño de ayudarles. El problema de escasez de viviendas era parecido al de hoy, pero la paupérrima economía no dejaba otra alternativa que construirse uno mismo su propio techo con cuatro tablas. Quedaba dibujado así en nuestras ciudades un paisaje de infrapueblo hecho con tablas, plásticos y Uralita. Y de polvo o barro, según la estación del año.

Luego fue llegando el desarrollo económico, las viviendas sociales, los partidos políticos, las luchas vecinales... Los inquilinos de aquellas infraviviendas fueron realojados en bloques más o menos agraciados. Eran los mismos barrios de siempre, pero con más hormigón y más espacios habitables.
Unos cuantos años más, y apenas algunas familias gitanas y otros desheredados se aventuran a concretar en cuatro tablas sus sueños de vivienda. Es entonces cuando los payos critican a los ayuntamientos porque "a los gitanos les dan casa", sin darse cuenta de que las casas son para todo el que quiera arriesgarse a que una gotera le moje durante una noche de lluvia. Y a sentir ruidos nocturnos de animales indeterminados de cierto pelo. Ni más ni menos, como los sintieron nuestros abuelos o padres.

La especulación inmobiliaria nos proporciona odio y envidia, y bajo esta coartada de ruido interior se apoderan de nuestras vidas: todos tenemos derecho a una vivienda; basta tan sólo con que estés dispuesto a vender tu alma al diablo, dispuesto a hipotecar toda tu vida. "Trabajaréis para nosotros: el trabajo os hará libres", anuncian las hipotecas más ventajosas de los bancos.

La bonanza económica nos crió entre algodones, ¿cómo atrevernos ahora con la tabla y el polvo, el barreño para lavarnos o el no bañarnos, la electricidad robada a un poste de la luz? ¿Podré tener conexión a Internet? ¡Qué lástima no haber crecido entre chatarra, y haber tenido gordas ratas como compañeras de juegos varios!

Okupación, vivienda protegida, cooperativas de diverso riesgo, manifestación, ayudas a los jóvenes, no ayudas a los no tan jóvenes, mujer maltratada con hijos dependientes, puntos, no puntos, hipotecas ceros, sorteo de viviendas, entrega de llave, agradecimientos al alcalde, foto... Colas, listas, padrón, alcalde, promesa, promesas, gitanos, payos, moros, españoles, para todos, para nadie, sorteo, promoción, alcalde, banco, promotor, alcalde, pelotazo, sinvergüenza, alcalde, alcalde, alcalde...

¡Oh villas miserias de la Argentina, oh fabelas del Brasil, oh asentamientos humanos del Perú!: decidme, hermanos latinoamericanos, ¿qué fue de nuestros poblados de chabolas?

Me levanté y tuve un gran sueño. Soñé ser el ideólogo del movimiento pro-chabolas. Soñé con nuestras ciudades repobladas de nuevo con chabolas. Densas ciudades hechas de cartón, plástico, Uralita... polvo o barro.

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