Tu padre tiene el mando, y ellos los saben...

Televisor antiguo
Foto por tomislav medak

Ya sé que... bueno... 36 años son suficientes como para que uno ya esté fuera del nido paterno. Pero claro, como cada cual, yo también tengo mis excusas: bajos sueldos, altos alquileres, alto precio de la vivienda, poca oferta, mucha demanda, especulación inmobiliaria... Vamos, el problema que está afectando a casi toda mi generación. No hay opción: casarse con el banco, mantener a un rentista, o convivir con un cualquiera o con un familiar.

Vamos a ver, dónde sitúo a mi generación... Años 60-70, desarrollismo, baby boom... ahí nací yo. Y unos cuantos más como yo...

Recuerdo que en el colegio, en mi clase, éramos más de 40 alumnos. Como nacimos tantos... Luego vino la universidad, no sé por qué, porque yo debería haber sido un buen fontanero ganando una buena pasta, o algo así. Pero estudié. En la universidad, éramos tantos que bueno... acabé haciendo agrícolas, que en otra parte no me pude colar. ¿Y qué hace un recién graduado perito agrícola, hijo del baby boom, en este Madrid sin campos de lechugas? Pues trabajar de peón jardinero, claro...

El caso es que ni mi mente ni mis manos de señorito se adaptaron demasiado bien a esto de abrir zanjas con la azada. Cursos y más cursos del paro, los fondos comunitarios invitan, hasta convertirme en todo un diseñador multimedia, un infógrafo, o algo así, sin ninguna experiencia. 30 años. Jooooooder. ¿Ven cómo yo nunca tuve prisa?

El año pasando, leyendo un artículo, me enteré que lo peor está por llegar: me jubilaré de viejito con una mísera pensión, porque papá Estado nunca podrá pagar una pensión digna a tantos hijos de baby boom. Abuelitos boom, seremos entonces...

Pero volviendo a donde empezamos. Aquí sigo, en casa de mi padre. Ahora tengo una habitación para mí solo, dinero para viajar, una cama, un ordenador... Vamos, que soy rico. Todo mi patrimonio cabe en una habitación, pero yo sé que soy rico, porque si uno se detiene a observar cómo está el mundo, yo soy rico. No mucho, no muy rico, pero rico al fin y al cabo.

En este reino propio que es mi habitación, bueno, la que me presta mi padre, todo está controlao. Controlao por mí, vamos.

¿Pero qué pasa en los territorios comunes de la casa? Pues qué va a pasar: que ahí manda mi padre. Y es aquí donde quería llegar. En el comedor, el mando de la tele lo tiene mi padre. Mi padre y los padres de todos los hijos de la generación del baby boom. ¿Y por qué en la tele sólo ponen esa basura de programas que sólo gustan a nuestros viejos? Pues porque los de la tele saben quién tiene el mando, joder. Los amos de la televisión saben que el mando a distancia lo tienen nuestros padres.

Así que no hay esperanza alguna. No esperéis nada de cultura en la televisión: el pograma de Ana Rosa, Mira quién baila, El gran hermano, Operación triunfos... Esas cosas gustan sobre todo a nuestros padres, y lo peor de todo es que los otros, los de la tele, lo saben...

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